Si en un buscador introdujéramos las palabras climaterio femenino, actividad física y fisioterapia obtendríamos más de 30.000 entradas al momento. Esto significa que hay mucho escrito al respecto, y no sin razón, pues se trata de tres asuntos muy interrelacionados e importantes. 

El climaterio femenino es el periodo de transición en la vida de la mujer entre la etapa reproductiva y la no reproductiva que se inicia aproximadamente 5 años antes de la menopausia (última menstruación) y dura unos 10 años. 

Sobre los estrógenos

Durante el climaterio femenino, el estrógeno, la hormona sexual femenina producida en el ovario, disminuye drásticamente, a la vez que aquél deja de producir óvulos. La disminución de los estrógenos produce una desregulación del ciclo menstrual, con anovulación (falta de ovulación e infertilidad) y amenorrea (falta de regla). 

Los estrógenos intervienen en múltiples funciones del cuerpo femenino, no sólo en la fertilidad: intervienen en el sistema cardiovascular, en el sistema óseo y muscular, en el trofismo del aparato genital, que se traduce en una disminución del tono muscular que comporta prolapsos, incontinencia urinaria, problemas de lubricación, sensibilidad, y dolor. Además, los estrógenos desempeñan un papel importante en el control del sistema metabólico, en la distribución de la grasa corporal, e interfieren en el estado de ánimo (trastornos por ansiedad y depresión) y en la conducta de la mujer.

Por tanto, el climaterio no es una etapa fácil en la vida de una mujer. Pero como no hay mal que cien años dure (ni cuerpo que lo aguante), el climaterio femenino termina por acabar, y lo que debemos hacer es intentar vivirlo con la mejor actitud posible, prescindiendo de las muchas ideas preconcebidas y estereotipos al respecto (que son muchos y muy nocivos).

Los riesgos del climaterio femenino son varios: los niveles de estrógeno disminuyendo en el cuerpo, aumenta el riesgo de enfermedades cardíacas, osteoporosis y otros problemas de salud. En este sentido el ejercicio físico puede ayudar a prevenir o reducir estos riesgos al fortalecer huesos y músculos, mejorar la salud cardiovascular, para el control de enfermedades crónicas intercurrentes como el cáncer y la diabetes y ayudando mantener un peso, una forma física y un estado de ánimo más saludables.

Sobre el ejercicio

Realizar o incrementar el ejercicio físico durante la menopausia femenina puede ser beneficioso para la salud general y, además, puede ayudar a aliviar algunos síntomas comunes de la menopausia, como sofocos, sudores nocturnos, cambios de humor y depresión, y mejorar el sueño y la calidad de vida en general.

Es importante hablar con un profesional de la salud antes de empezar un programa de ejercicio durante la menopausia, especialmente si se tiene alguna condición médica preexistente. El profesional de la salud puede ayudar a diseñar un plan de ejercicio seguro y efectivo que se adapte a las necesidades y capacidades individuales.

Los ejercicios de fuerza, practicados de forma habitual, son unos buenos reguladores hormonales y metabólicos, por tanto, será la mejor medicina para contrastar y regular muchos de los efectos secundarios de esta etapa y para tener un mejor estado de salud en general. Aquí tiene otras cuantas recomendaciones al respecto.

– Hacer deporte 2-3 días por semana, incluyendo fuerza en el ejercicio.

– Tener una alimentación equilibrada (fruta, verdura, carne, pescado y huevos) evitando los productos procesados y tomar el sol.

– Eliminar los hábitos tóxicos como fumar, beber café y bebidas azucaradas…

– Trabajar el suelo pélvico. Muy importante consultar antes con un fisioterapeuta especialista para averiguar el estado de su fondo pélvico y seguir una rutina de ejercicios adaptada a su estado concreto. Es muy fácil hacerse daño realizando los ejercicios mal o utilizando dispositivos comercializados para el ejercicio de fondo pélvico.

– Cuidarse emocionalmente, viviendo el proceso de una manera positiva.

Climaterio y menopausia
Climaterio y menopausia

De esta manera se podrá hacer frente a los temidos sofocos, sudores nocturnos y trastornos del sueño, a la osteoporosis, a la incontinencia urinaria, al sobrepeso y la obesidad localizada de causa metabólica, a los cambios psicológicos como la irritabilidad, el estrés, la depresión secundaria. 

El profesional médico puede ser de gran ayuda en esta etapa de la vida mediante la consulta, el control, la vigilancia, la suplementación y la intervención.

Por su parte el fisioterapeuta puede ayudar tanto en las patologías concretas que sean subsidiarias de intervención como en la planificación y supervisión del plan personalizado de mantenimiento.