¿Quién dijo que educar era fácil? Proporcionar una educación de calidad a nuestros niños requiere de paciencia, dedicación y conocimiento, pues no basta con ser adulto para educar correctamente.
Conocer y aplicar algunas de las estrategias más utilizadas e importantes de la Psicología Educativa puede beneficiar tanto a niños como a adultos a corto, medio y largo plazo: en este caso hablamos de los REFUERZOS POSITIVOS.
El Refuerzo Positivo consiste en aplicar un estímulo agradable cada vez que nuestro niño se comporta de forma adecuada o realiza la tarea que le hemos encomendado apropiadamente. De esta manera, través del reforzamiento, premiamos el comportamiento que deseamos que ocurra a la vez que aumentamos su probabilidad de aparición para el futuro.
Refuerzos positivos verbales: halagos y felicitaciones como ¡Muy bien!, ¡Lo has hecho como te pedí! ¡Genial!, ¡Estoy muy contento/a!, ¡Así me gusta! etc.
Refuerzos positivos no verbales: besos, abrazos, guiños, levantar el pulgar, chocar la mano, realizar juegos y/o actividades de ocio, etc.
Emplearlo inmediatamente después de que el niño se comporte o haga lo que pedíamos.
Ser constante: si queremos que ese comportamiento ocurra con frecuencia y autonomía habrá que reforzarlo muy a menudo hasta que lo aprenda por sí solo.
Ser coherente: para que sean más efectivos, los refuerzos deben ser aplicados por todos los agentes educativos.
Emplear, sobre todo, refuerzos positivos NO materiales (leer tipos y ejemplos).